Justo antes de lanzarnos a escribir, consideramos la necesidad de echar un último vistazo, y sentados frente a la pantalla del ordenador, tecleamos la dirección del Diario de Valderrueda: www.diariodevalderrueda.es
De inmediato estamos en la Montaña Oriental leonesa —esa que linda y se hermana con las cumbres palentinas—, arrastrando la vista y el puntero del ratón por noticias que nos hablan de un nuevo rescate en los Picos de Europa, de la llegada prematura de las nieves a las cotas altas, de senderismo por los paisajes del noreste provincial o de la cuenta atrás para que se inaugure la próxima feria rural. El lector del Diario de Valderrueda no tarda en percibir que ha llegado a una web diferente, un medio de esos que se denominan «nativos digitales» y que deja a un lado el carácter universal que define a la red de redes para poner el foco en un entorno reducido, de carácter local o acaso regional, y en un público vinculado a sus raíces a pesar de que la vida haya podido imponer barreras de migración y distancia.
No sólo es un punto de información sino también de encuentro, y tal vez ahí esté una de las claves de su éxito. «Procuro crear comunidad, intento que la gente que lee el Diario de Valderrueda forme una familia», confiesa su director, Jorge González Tomé (León, 1987). «Me muevo mucho en las redes sociales buscando la participación. Invierto mucho tiempo en ver cómo coloco las noticias en Facebook, Twitter y Google Plus. Todos los días nos mandan fotos, vídeos y comentarios. Yo suelo dar los buenos días y despedirme por las noches, algo que parece una tontería, pero que la gente valora mucho. Algunos de los lectores más mayores están esperando a la noche a ver con qué pueblo me despido hasta el día siguiente».
Junto a esta cercanía, que supone para muchos lectores conocer de primera mano tanto a los protagonistas como a los escenarios de la noticia, resultan muy valorados los espacios reservados para el servicio ciudadano y las funciones de promoción turística, que pretenden «dar a conocer las bondades que tiene la Montaña, porque nuestros políticos no lo hacen, e Internet es un filón que debemos aprovechar».
UNIVERSO INFORMATIVO DIGITAL: NUEVO ESCENARIO, NUEVOS ACTORES
El director del Diario de Valderrueda no responde al estereotipo que se le presupone al cargo en un medio de comunicación. Es un joven con profundo arraigo en la localidad de Valderrueda, colaborador en Radio Marca y con estudios de Gestión Comercial y Marketing. Según nos dice, se adentró en el mundo del periodismo digital casi por casualidad, recorriendo un camino que le llevó a la fundación —reciente— del medio como periódico en septiembre de 2016. «Todo comenzó en 2007 con una web del pueblo a la que iba subiendo noticias de los diferentes medios de comunicación, y que más tarde se convirtió en un blog (www.valderruedaleon.blogspot.com). De manera paralela surgió el Foro de Valderrueda y su Comarca, porque había un hueco informativo en la zona y por la necesidad de reunir todas las noticias de la Montaña en un mismo lugar».
Del mismo modo, Valderrueda no parece ser el lugar más propicio para albergar la sede de un medio de comunicación que atrae mensualmente a miles de lectores hasta su página web. Ojeando las páginas de la historia a través de esa ventana hacia el siglo XIX que es el Diccionario de Pascual Madoz (1845-1850), descubrimos que hace casi dos siglos en el pueblo había noventa y ocho casas construidas, una escuela de primeras letras y una iglesia parroquial dedicada a San Salvador. Ya entonces el clima era frío pero sano, y los vecinos cosechaban, criaban ganado, cazaban y pescaban, aprovechando al máximo los recursos de unos terrenos de buena calidad para la agricultura. Hoy, muy cerca de allí, serpentea una carretera que comunica Cistierna con Guardo, acortando las barreras administrativas en un viaje de poco más de veinticinco minutos en coche.
De una rápida visita al pueblo —aunque sólo sea de paso—, se desprende la sensación de que allí no existe la prisa ni el nerviosismo, ni ese constante ajetreo que caracteriza a las redacciones en las que se manufacturan las noticias. Valderrueda es más bien el refugio perfecto para el retiro de un artista que ha dejado de escuchar los consejos de la inspiración. Por allí deben habitar las musas, en la naturaleza, en las lomas y en el murmullo de las aguas que alimentan al río Cea. Y nadando a contracorriente, ahí ha nacido y engordado con el tiempo el Diario de Valderrueda, proyectando su voz al mundo desde un pequeño pueblo de León.
Dice Jorge González Tomé que siempre ha sentido la atracción del medio digital, «aunque, cuando empecé con el blog, apenas había tres o cuatro personas que tenían conexión a Internet por aquí. Ahora todo eso ha cambiado y con los smartphones todo es mucho más fácil», nos dice. Esa atracción le ha llevado a experimentar con distintas fórmulas y servicios que ofrecer al público antes del nacimiento del Diario de Valderrueda. «Al principio trataba de crear un sitio que pudiera ayudar a la gente, que no fuera sólo un espacio para la difusión de noticias, sino también para informar sobre los servicios y los transportes públicos, desde necrológicas a disponibilidad de taxis, horarios de los trenes, rutas de los autobuses…». Con el tiempo esta tendencia fue cambiando hacia una temática donde había hueco para la información nacional, la de la comunidad autónoma, anuncios de empleo e incluso sucesos, definiéndose entonces como un espacio digital de la Montaña Oriental leonesa, Montaña palentina y Tierras de Sahagún. «Buscaba muchas noticias de carácter nacional e incluso internacional, pero siempre con una relación directa con nuestra Montaña, y en base a eso las colgaba en la web o trataba de hacer un reportaje. Los cambios iban llegando por la demanda del público, como lo de mirar hacia Guardo y su comarca, donde viven muchos leoneses, o hacia Almanza y Tierras de Sahagún, que, si bien no forman parte geográfica de la Montaña Oriental, están unidas por un vínculo administrativo y de proximidad».
Como responsable de un medio de información de carácter generalista, resulta inevitable que la conversación con Jorge González derive hacia los enmarañados terrenos de la política, que hablemos de la relación entre gobernantes y prensa y de esa tendencia hacia la escisión que —sin tener la misma fuerza que en otros territorios del país tan agitados estos días—, en León apunta hacia la autonomía y hacia el fenómeno que se empieza a conocer como LExit. «Intento que mi pensamiento no se traslade al periódico, pero también entiendo que los medios locales tenemos la responsabilidad de defender lo que tenemos. Personalmente creo que la Junta de Castilla y León no ha ayudado a la Montaña, y tengo la sensación de que la mayoría de la gente que sigue el Diario de Valderrueda es de la misma opinión, que puede defender algunas ideas como la de la autonomía». Jorge afirma con rotundidad que hace todo lo posible para que el Diario de Valderrueda no se case con nadie: «No merece la pena ir en contra de las ideas por ganar dinero o apoyo popular. Creo que preferiría cerrar el periódico contando lo que ha pasado, que aceptar el juego de cualquier político».
UN DÍA COMO HOY, EN EL DIARIO DE VALDERRUEDA
Es habitual que en las redacciones «tradicionales» la actividad decrezca con la medianoche —sin perder de vista el botón de alarma—, y cobre vida con el crepúsculo, siguiendo las pautas marcadas por la actualidad y la noticia. En el Diario de Valderrueda encontramos uno de tantos casos excepcionales, ya que Jorge compatibiliza sus funciones como director y redactor con las de vigilante de seguridad, trabajo que le da un respiro de vez en cuando para ponerse al tanto de la actualidad. «Si puedo, aprovecho las noches para escribir las noticias y las entradas de las redes sociales del día siguiente. Así van saltando progresivamente a lo largo del día». Su horario habitual comienza a las ocho de la mañana, y media hora más tarde ya se ha puesto manos a la obra, empapándose de cuanto ha sucedido, revisando notas de prensa, y escribiendo los párrafos que se subirán a la web. «Siempre tienes que estar pendiente de los sucesos y noticias de última hora. Alguna vez me han pillado de viaje y he tenido que dar alguna noticia en directo. En ese caso hago un alto en el camino y escribo desde el portátil, metido en el coche».
Esa manera de proceder ha dado buenos frutos. El Diario de Valderrueda, en palabras de su responsable, recibe una media de 7.000-8.000 visitas diarias, que superan con creces las 3.000 que tenía el periódico digital el pasado 2016, en el momento de su fundación. «La evolución desde el blog a la página web ayudó mucho, y yo soy el primer sorprendido. Ahora mismo, quitando los periódicos provinciales y los de El Bierzo, de todos los comarcales el mío es el que más visitas tiene».
Nos cuenta que el consumidor tipo del Diario de Valderrueda es un lector maduro, que procede en buena medida de la provincia de León —oscilando entre un 30% y un 40%—, y que las cifras aportadas desde la Montaña palentina no son nada desdeñables. Jorge también destaca las visitas desde lugares más alejados, que pueden ser entendidas debido al fenómeno de la emigración, uno de los grandes males que asolan el territorio leonés: «Hay algunos meses en los que la mayor parte del tráfico procede de Madrid, País Vasco, Asturias o Cantabria. Son esa población que ha tenido que marcharse de aquí, gente de León o sus descendientes, hijos o nietos».
Un medio como el Diario de Valderrueda se actualiza cada día, incluso varias veces si es necesario, por lo que, junto a las noticias que llegan a través de las agencias de comunicación contratadas (ICAL, EFE o Europa Press), a Jorge le resulta indispensable la ayuda de colaboradores que, de manera desinteresada, acuden a los eventos cámara —o móvil— en mano, para dispar y enviarle fotografías. Este modo de proceder destapa uno de los mayores debates de la profesión periodística en los últimos años: con la democratización de Internet, los blogs y webs personales y la facilidad de acceso a los teléfonos inteligentes —que reúnen en la palma de la mano toda una central multimedia plagada de posibilidades—, ha surgido el concepto del periodista-ciudadano, activista y participativo, productor y consumidor de información, en torno al cual se agrupan partidarios y detractores.
EL «PERIODISMO CIUDADANO»: ¿OPORTUNIDAD O INTRUSISMO?
Jorge González Tomé no tiene problema alguno en reconocer que su formación hasta la fecha no ha ido de la mano del periodismo académico, aunque afirma que es algo que se propone resolver de manera inmediata. Pese al hándicap, fue el empuje de los primeros lectores lo que le ayudó a seguir adelante y a apostar por ese proyecto que ahora se llama Diario de Valderrueda: «La gente me animaba a crear un periódico digital, porque en toda la Montaña Oriental no había nada que cubriera ese hueco informativo. Me decían que redactaba bien las noticias, que escribía de manera diferente».
La participación activa de los lectores ya estaba muy presente en todos los precedentes del Diario de Valderrueda, desde el foro del pueblo hasta el blog en el que se agregaban noticias. Entonces, Jorge ideó un espacio reservado a tal efecto bajo el título «La Voz del Pueblo» —toda una declaración de intenciones y una referencia cargada de nostalgia hacia la prensa escrita más tradicional—, hasta donde llegaban noticias, imágenes, documentos y vídeos. A día de hoy la fotografía encabeza la oferta del lector activo. Para el director del Diario de Valderrueda, «se trata de un juego en el que la gente participa porque saben que van a tener respuesta, que yo voy a publicar esas fotos y ellos las van a poder ver. En algunos meses la situación se desborda, como cuando hay temporada de nieve, ya que puede llegar a diario hasta cincuenta fotos de gente diferente».
El desarrollo multimedia y la sociedad de la imagen han impuesto sus propias reglas, entre las que el vídeo tiene un valor añadido de enorme relevancia. «Yo pongo muchos vídeos, tanto en la web como en las redes. Normalmente los saco de los archivos de RTVE o me los envía la gente, y eso ayuda a conseguir una participación brutal». Y de nuevo la misma idea, la de crear una comunidad de lectores fieles que entiendan el medio como algo propio, como un foro en el que pueden participan, al que nutren y del que a su vez se alimentan.
No obstante, la información es un material muy delicado, y es labor esencial de todo periodista —así como de quien practica el oficio—, verificar el contenido que llama a la puerta o cae entre las manos y que se puede situar en un amplio espectro, entre el bulo más infame o el hilo del que tirar, el que pone sobre la pista de algo mucho más grande. Jorge confiesa que «muchas de las cosas que me llegan no se pueden subir porque no tienen sentido, y otras son acusaciones directas hacia cargos políticos que exigen ser contrastadas». Siguiendo por esa línea revela que «a veces me he enterado de historias que he preferido no publicar. Prefiero no escribir sobre algo si no estoy seguro de que sea cierto. Si quieres que el lector te tome en serio no puedes cometer fallos, ni siquiera ortográficos».
Son muchos los profesionales que critican el intrusismo en el oficio de informar de quienes no han recibido formación académica en periodismo. Una de las opiniones más firmes y recientes —relacionada además con el ámbito provincial—, ha sido la del periodista madrileño y director del Diario de León Joaquín Sánchez Torné, expuesta en su libro El Periodismo hecho Jirones (2016). Para el responsable del Diario de Valderrueda, «el periodismo ha cambiado mucho en los últimos años, sobre todo de la mano de Internet y de las redes sociales. Algunas empresas grandes no ven con buenos ojos a los medios que hemos aparecido recientemente, pero en mi caso, yo no compito contra nadie. Es posible que ciertas declaraciones tengan un tono de advertencia, ya que nos estamos metiendo en un terreno que era suyo, pero, como digo, hay que saber adaptarse a los cambios. Al fin y al cabo, no sé cuánto tiempo de vida les quedará a los periódicos en papel».
UNA MIRADA AL DÍA DE MAÑANA
Por encima del interés en el mundo digital, de la comunicación y de todas las palabras de ánimo que le ayudaron a poner en marcha el proyecto, resulta esencial destacar el amor de Jorge González hacia su pueblo, ese vinculo aparentemente inquebrantable hacia un Valderrueda escondido entre montañas que ha puesto nombre a una enorme ilusión. Porque, en realidad, nada de esto habría sido posible de no ser porque la intención última del protagonista de esta historia es poder vivir en su pueblo en un futuro no muy lejano —disfrutando si es posible, de una buena señal de Internet…—.
Aquella época en la que Jorge cogía las noticias de otros medios de comunicación y las publicaba sin olvidarse de citar su fuente, es ya parte del recuerdo. «Leer las noticias que escribían otros me ayudó a escribir mejor, a redactar mejor», dice. Uno de los mayores cambios del presente, es que ahora trata de obtener sus propias noticias, lo que provoca que «puedas estar un día cuatro horas trabajando en ellas, otros ocho, y otros doce, dependiendo de lo que suceda. Ahora invierto mucho más tiempo en buscarme la vida, en crear mis noticias, enviando a alguien o yendo personalmente a cubrir el evento».
Entretanto, el Diario de Valderrueda no deja de crecer hasta perfilarse como el medio de referencia en el espacio comarcal, enfocando su contenido hacia la noticia y el reportaje de fin de semana, terreno éste abonado para el ocio y el descubrimiento de paisajes escondidos. «Ahora soy consciente de que estoy prestando un servicio. Por eso tengo que actualizar la web a diario. Si la semana que viene me voy de vacaciones, sé que tengo que llevar el ordenador conmigo». Lo que recibe a cambio es el apoyo y el agradecimiento de la gente, muchos vecinos o conocidos, un calor que se palpa en el trato cercano y también desde la distancia, a través de las redes sociales.
Después de todo, resulta reconfortante poder afirmar que, en esos pueblos nuestros que agonizan por culpa de la despoblación y de la falta de oportunidades, todavía surgen maravillosas rarezas como este periódico comarcal.
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