Septiembre nunca dejará de ser un mes especial. Pensemos en sus orígenes, en su legado histórico, en lo particular de sus condiciones meteorológicas o, ¿por qué no?, en su influencia sobre el contexto emocional de los seres humanos, donde suele dejar una suave huella, latente a veces, por aquello de que asistimos a la transición desde la bonanza del verano al recogimiento propio del otoño. En el calendario agrícola de San Isidoro para colorear, observamos que la naturaleza y sus cambios vuelven a ser la mejor medida del tiempo, que también transcurre invariable en los días de la historia de León.
Es fácil imaginar a las gentes del Medievo leonés —profundamente vinculadas al campo y a sus beneficios—, siendo mucho más conscientes de la metamorfosis del paisaje que nosotros. ¿Acaso podemos medir la cantidad de sabiduría natural que se ha perdido entre las generaciones? Sin embargo, hay algo que permanece. Septiembre influye sobre el género humano como la luz de la luna llena, templando la sangre o agitando los nervios. Pero pensemos por un momento en los valles y en las colinas, en las lomas y en las alturas, en los bosques y en la espesura… ¿Es que acaso podemos resistir el embrujo de un paisaje otoñal? Prestemos atención a lo que sucede al otro lado de la ventana, porque el cambio empieza ahora.
EL CALENDARIO AGRÍCOLA DE SAN ISIDORO PARA COLOREAR: SEPTIEMBRE
No es la primera vez que el calendario agrícola de San Isidoro para colorear nos presenta una imagen confusa o cuanto menos, abierta al debate. El mes de septiembre se ofrece al espectador como una invitación a descubrir la estación otoñal. Se caracteriza por tonos de color más fríos que en los meses anteriores e incluso por una actividad más sosegada que hace pensar en el recogimiento. Pero, ¿qué es lo que estamos viendo y qué relación guarda con la historia de León? Un análisis fugaz nos invita a pensar en la vendimia, por las fechas del calendario y por la extraordinaria importancia que el vino tenía en la sociedad medieval. Sin embargo, el comportamiento del protagonista de la escena resulta tan confuso como el propio árbol del que toma el fruto.
Setenber —así reza en el muro isidoriano—, nos presenta la escena de un hombre ataviado con los hábitos tradicionales que ya hemos visto en otros momentos del mensario. Realiza tareas relacionadas con la recolección. Resulta llamativo verlo emplear un calderillo que, por la forma y el color de la representación, debemos suponer de metal. En él va recogiendo el fruto del arbusto que también vemos dentro del medallón. Aquí aparece el gran desencuentro con la realidad, ya que no podemos especificar la familia a la que pertenece el arbusto ni cuál es su fruto. Es difícil pensar en el racimo de la vid, especialmente si tenemos en cuenta que el protagonista está tomando el fruto de uno en uno con la punta de los dedos, sin usar herramienta alguna.
Todo esto invita a elucubrar que, o bien la escena no representa la vendimia en sentido estricto, o el artista no ha sabido plasmar el encargo con exactitud. Por otro lado tampoco sería descabellado recurrir a otra idea: que la lectura del medallón no deba ser literal sino figurada, como una especie de alegoría que representa el cambio de la naturaleza mientras habla con imágenes de una nueva práctica —en este caso la recolección de frutos silvestres—, que no debe ser desatendida a las puertas del otoño.
Decíamos en el calendario agrícola de San Isidoro para colorear del mes de agosto —justo la entrega anterior—, que avanzábamos hacia un septiembre de luz agonizante y frío afilado. Este año el tiempo se presenta distinto y el frío tarda en llegar. Pero paciencia, porque el otoño no perdona, y aunque en el caso de la historia de León a veces viene disfrazado de sol y fresco, también se anuncian días grises. Días en los que disfrutar al calor de un buen hogar… o ¿por qué no?, rebuscando frutos silvestres en medio de un bosque teñido de rojo y dorado.
Descarga aquí el calendario agrícola de San Isidoro de León para colorear del mes de septiembre.
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