A las ocho y media de la mañana suena el despertador en el Pabellón San José del Complejo de San Cayetano. Toca ponerse en marcha. Cuatro de los seis bibliobuses que conforman la flota que recorre nuestra provincia amanecen aquí mismo. Los otros dos restantes tienen su base en Ponferrada. Llegamos tarde. Concretamente, con cuarenta y cuatro años de retraso. Afortunadamente, el Bibliobús número 3 nos recibe —con Marisa Fernández Díez al frente del servicio— con el mismo entusiasmo y afecto que aquel que, el 28 de enero de 1974, puso rumbo a los Oteros en la que fue la primera ruta del bibliobús en León.
Queremos devolverle las atenciones, así que nos proponemos viajar a lo largo de la mañana haciéndole compañía y reclutando lectores que nos ayuden a «dar voz» a uno de los muchos recuerdos que dejó ese primer año de ruta del bibliobús en León: su marcapáginas.
Con un fondo documental de más de tres mil referencias, el Bibliobús 3 hace la primera parada en Hospital de Órbigo. Los usuarios pueden saber, desde 2015, el lugar exacto en el que se encuentran cada uno de los bibliobuses gracias a la función de geolocalización que ofrece la app del servicio de la Diputación de León. De cualquier modo, cuando el autobús de los libros entra en los pueblos y recorre las calles estrechas, desgastadas, a menudo vacías, pocos son los vecinos que no escuchan su llegada. Como hicieron antes todos los vendedores ambulantes que algún día pasaron por aquí y allá, por esta aldea o por tal o cual villa, la biblioteca ambulante anuncia que está de visita gritando desde los altavoces canciones populares del folklore leonés.
Tal y como Marisa nos había advertido, son los niños de los colegios rurales y unitarios y los vecinos de la tercera edad, los usuarios más comunes de este servicio. De ahí que, los fondos más demandados, oscilen entre los temas leoneses, las novelas y todo tipo de literatura infantil, aunque con algunas excepciones. «Harry Potter y el Legado Maldito está teniendo poco éxito porque está teatralizado y no les mola. Pasa igual con los audiolibros, casi nadie se los lleva», nos cuenta Marisa.
Apenas le da tiempo a acabar la frase. Los niños de la clase de Ana Belén Cela Puerto —profesora en el C.R.A Hospital de Órbigo— la reclaman. Quieren ser los primeros en sacar sus ejemplares de este mes. La directora de este Colegio Rural Agrupado, —Diana González Álvarez (Alcoba de la Ribera, 1983)— nos recuerda emocionada cómo ella fue usuaria del bibliobús de niña, y «ahora, como directora, valoro este servicio todavía más. Es prácticamente la única manera de contar siempre con «libros frescos», porque las bibliotecas de los centros llevan años sin actualizar y hay niños que ya se las saben de memoria», afirma.
Las puertas se cierran y continúa nuestro recorrido. A la ruta del bibliobús en León le sacan partido, sobre todo, las mujeres. Como ya pudimos comprobar con los clubes de lectura, ellas son el grueso de los usuarios del servicio. «Aunque también tenemos buenos lectores masculinos —nos cuenta Marisa— el número de socias es mucho mayor. Son personas que, además, están al día de la actualidad, y por eso piden que entre nuestro catálogo esté el último Premio Planeta, el Nobel de Literatura o la novela en la que se basó el estreno de cine más popular».
Lorena Fernández Martínez (San Feliz de Órbigo, 1984), por ejemplo, nunca ha sacado dos veces el mismo libro, pero sin embargo sí nos reconoce —ya en la siguiente parada de nuestro trayecto, San Feliz de Órbigo— que le costó mucho que le prestasen La Catedral del Mar (Ildefonso Falcones, 2006). «Siempre estaba cogido. Todos lo quisimos leer al mismo tiempo». Esta joven, que apenas supera la treintena, comparte durante unos minutos mismo espacio y conversación con Ludivina Fernández, también natural del municipio, aunque cuarenta y un años mayor que ella. «Llevo esperando todo el mes a que llegara —nos cuenta mientras sube los peldaños del bibliobús—. Tengo cataratas y cada vez leo peor, pero mientras pueda hacerlo, aquí estaré todos los meses».
Marisa lleva veinte años como bibliotecaria, y diez de los mismos vinculada a esta ruta del bibliobús en León en la que hoy le acompañamos. Eso supone, entre otras cosas, un lógico conocimiento de los gustos y preferencias de prácticamente cada uno de los usuarios habituales de la misma. «Hoy por ejemplo, traigo unos obras de Julio Verne para una vecina de Santibáñez de Valdeiglesias». Efectivamente, Adelina Alonso López (1936) llega poco después a por sus Obras Selectas de Verne y El Enigma, de Josefina Aldecoa. «No siendo que no pueda de alguna manera, no falto ningún mes. Me atiende muy bien, me ayuda mucho, y me orienta en la lectura. Estoy encantada». Como ella, otra de las oriundas de la localidad, María de las Virtudes Santiago Castillo (1931), reconoce que «la mañana hay que trabajarla, pero después de comer o antes de irme a la cama, no suelo fallarle a mis libros».
Gracias a todas ellas —de Marisa a María de las Virtudes—, por acompañarnos en esta ruta del bibliobús en León y prestarnos su tiempo, sus testimonios y sus voces, para ayudarnos a recordar el lenguaje universal de los libros.
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