Literatura — 27/04/2018

¿Qué se esconde Bajo la Piel de un Lector? Crónica de un blog literario escrito desde León

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Cristina es la primera en llegar. Aguarda en la puerta templando los nervios junto a un ventanal desde donde se ve el interior. La oferta del lugar, entre otras cosas, promete pausa, libros y café. Por eso no se nos ocurre un lugar mejor en el que pasar la tarde junto a la autora de uno los blogs literarios con mayor proyección, en la web y en las redes sociales: Bajo la piel de un lector.

Cristina Rivero Benito (natural de Villacé, 1990), pertenece a una generación en la que los libros y la literatura no son una prioridad, al menos aparentemente, porque han perdido un terreno ganado por el mensaje audiovisual. Sin embargo ella reconoce que siempre ha estado cerca de los libros. «Desde pequeña mis padres y mis tíos me los regalaban, y mis profesores del colegio pronto se dieron cuenta de que era una gran lectora».

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Finalizados sus estudios de Psicología comenzó la carrera de fondo de la oposición, la que exige un paso firme y constante, la que obliga a sortear innumerables baches antes siquiera de atisbar la meta.

Entretanto, en el año 2015 tomó una firme decisión: «quería tener un rincón en el que poder expresar lo que me transmitían mis lecturas, y al mismo tiempo compartirlo con los demás. Entonces ya conocía algunos blogs que me sirvieron para empezar, aunque ahora tengo un estilo completamente diferente, más personal». Elegido el nombre Bajo la piel de un lector tras una tormenta de ideas familiar, publicó su primera reseña de un libro: Matar a Leonardo Da Vinci (Suma Editorial, 2014), del televisivo Christian Gálvez. Desde entonces no ha dejado de leer, de escribir y de recomendar nuevos títulos.

 

LIBROS, LÁGRIMAS, ESPERANZA

Ya no resulta sorprendente el hecho de que la lectura siga siendo una asignatura pendiente en nuestro país. A pesar de que en 2017 —según cifras de la Federación de Gremios de Editores de España— se publicaron 87.292 obras nuevas (lo que corresponde a un incremento del 7,3% con respecto al año anterior), el número de lectores mayores de 14 años sigue por debajo de la media europea. Más de dieciocho millones de personas en España no leen nunca o casi nunca por ocio, y dada la importancia de un hábito que alimenta y enriquece nuestra visión del mundo y la interacción humana en sociedad, estas cifras deberían ser objeto de permanente análisis.

La literatura nutre, pero no a cualquier precio, y exige un esfuerzo que no todo el mundo está dispuesto a asumir.

¿Que lleva a un ciudadano libre a dar la espalda a la literatura por voluntad propia? Las últimas encuestas hablan de falta de tiempo, desinterés y problemas de salud, aunque existe un cierto porcentaje (18,7% del total de la población no lectora) que prefiere dedicar su tiempo libre a otras cosas, según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros 2017. Si reducimos los beneficios de la lectura a la mínima expresión y la consideramos como un simple mecanismo de entretenimiento, veremos que tiene todas las de perder frente a la oferta audiovisual. La literatura nutre, pero no a cualquier precio, y exige un esfuerzo que no todo el mundo está dispuesto a asumir.

Aunque las cifras resultan inapelables, en los últimos años se viene observando una tendencia que insufla esperanza, que nace y evoluciona en la red de redes, y que atrapa a miles de personas en una maraña tejida alrededor del mundo. El blog, desde su papel como bitácora personal, se ha convertido para muchos en espacio de opinión y lugar de búsqueda de lecturas y autores. Por supuesto, atentas a las nuevas tendencias del mercado, las editoriales no han dudado en rendirse al potencial del influencer literario.

 

EL BLOG EN EL UNIVERSO DE LA LITERATURA

Tratando de determinar la profundidad de las raíces, llegamos a la conclusión de que la aparición conceptual del blog, bajo el formato del diario en línea, no dista mucho en el tiempo de la de la propia web.

El director del departamento de Proyectos Periodísticos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, Ramón Salaverría, define el blog de una manera muy certera: «publicaciones individuales o grupales de la web en las que, de manera cronológica pero sin periodicidad establecida, el autor o autores publican notas y artículos. Esos textos, conocidos como posts en la jerga weblogger, suelen incluir enlaces, y también eventualmente imágenes y otros contenidos multimedia. Asimismo, es frecuente que ofrezcan espacios para el comentario, donde los lectores pueden expresar libremente sus opiniones y observaciones acerca de cada una de las notas».

Los blogs de opinión y crítica literaria han alcanzado elevadas cotas de popularidad, llegando a suponer una alternativa efectiva y real a la publicidad tradicional de las casas editoriales

A partir del nuevo milenio su número se disparó en todo el mundo, surgieron mecanismos y aplicaciones que facilitaron la personalización y la funcionalidad, y se organizaron en innumerables ramas temáticas. En el terreno que nos ocupa, los blogs de opinión y crítica literaria han alcanzado elevadas cotas de popularidad, llegando a suponer una alternativa efectiva y real a la publicidad tradicional de las casas editoriales.

Nuestra protagonista, Cristina Rivero, lleva algunos meses colaborando desde su blog (Bajo la piel de un lector) con editoriales más o menos grandes y con gigantes de la talla de Planeta. Hasta la fecha ninguna promotora leonesa se ha parado a estrecharle la mano, aunque en el haber de Bajo la piel de un lector está la reseña de Pozos, el libro de Gerardo Martínez Castro publicado recientemente por Lobo Sapiens. Según nos cuenta ella, su experiencia no puede ser más positiva: «Yo solicito los libros en los que estoy interesada, me los envían y me comprometo a hacer una reseña y a su promoción en las redes sociales. No hay más requisitos ni tampoco plazos de tiempo, pero siempre intento hacerlo lo más rápido posible».

Bajo la piel de un lector Leotopía

 

CRISTINA, BAJO LA PIEL DE UN LECTOR

Por encima de todo, la autora presume de libertad en su cuaderno literario. Trabaja sin grilletes, con las manos libres, incluso a partir de su acuerdo editorial. «Soy plenamente libre a la hora de elegir los títulos. Siempre busco lo que me gusta, lo que va con mi estilo», afirma. Es la premisa fundamental en la selección de obras de un blog, que en el momento en que se escriben estas líneas tiene más de quinientos seguidores suscritos. Y donde según Cristina, se avecinan cambios: «este año quiero darle una vuelta, y leer cosas distintas, diferentes a lo que he estado haciendo hasta ahora. Echando la vista atrás veo que me he centrado mucho en la novela negra, en el thriller, y me gustaría salir de estos géneros, probando con obras en las que predomine la parte emotiva ».

Sin tratarse de una norma fija, en Bajo la piel de un lector se publican una o dos entradas por semana, con una pequeña reseña de la obra en cuestión, un análisis y una valoración personal a modo de nota, traducida en un número específico de ojos, «mi sello personal» (ríe). Además añade que «siempre trato de dar mi opinión de una manera muy sutil, sin entrar a destrozar la historia, como si fuera un pequeño aperitivo que anime a la lectura». Su capacidad analítica parte de toda una vida de experiencia lectora y de una serie de items o puntos clave muy definidos: «Valoro que esté bien escrito, que la lectura me resulte entretenida, que me apetezca seguir leyendo y que me emocione. Para mí, los mejores libros son aquellos que no se olvidan al terminar, los que recuerdas por su historia y sus personajes, los que te gustaría volver a leer».

Bajo la piel de un lector Leotopía

Asomarse a lo que se conoce como blogsfera, la inmensa comunidad de autores y lectores de blogs, es descubrir un nuevo concepto de red social donde los participantes están interconectados por enlaces de interés. Y en el caso de la literatura también se convierten en prescriptores fiables, al menos para los que siguen las publicaciones periódicas de un determinado blog.

Cristina reconoce que no lee «las críticas literarias de los periódicos. Me muevo entre lo que me resulta afín, lo que escriben mis compañeros, lo que tiene que ver con mis gustos. En la prensa y las revistas siempre vemos a los mismos autores, las mismas editoriales, pero creo que el panorama es mucho más amplio».

Otra Cristina, en esta ocasión Cristina Campos, autora de Pan de Limón con Semillas de Amapola (Planeta, 2016), también elogiaba, en palabras a Leotopía, el papel de los blogueros literarios, reconociendo que «sin ellos, yo no estaría aquí». Clara referencia a la fuerza del nuevo boca a boca digital que puede llevar al éxito a una buena historia.

Bajo la piel de un lector también apuesta por alzar la voz en favor de la igualdad social, criticando los ejemplos de abuso y machismo presentes en las páginas de los libros. Por eso participa en la Iniciativa Bloggers Feministas (IBF) impulsada por la bloguera Hydre Lana, un movimiento que pretende criticar y dar visibilidad a las tramas que colocan a la mujer en un papel inferior, o las que sitúan dentro de la normalidad a las parejas poco adecuadas. «Noto que en la literatura juvenil hay mucho machismo, comportamientos muy poco sanos. Entonces me planteo si en realidad hemos avanzado o no. Creo que ahora mismo está muy de moda la literatura feminista, y eso se opone a toda la literatura juvenil que abusa de la pareja destructiva».

Desde un punto de vista más personal, Cristina revela que nunca ha llegado a participar en un club de lectura —aunque conoce algunos de los que congregan a los lectores en la capital leonesa—, que entre los clásicos se le han atragantado Sentido y Sensibilidad de Jane Austen y Otra Vuelta de Tuerca de Henry James, que uno de sus libros favoritos es Armonía Rota de Barbara Wood, que prefiere cualquier otro género antes que la ciencia ficción y que —por el momento—, no se anima a escribir literatura: «Creo que no tengo la imaginación suficiente para dar forma a una buena historia», confiesa divertida.

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CRÍTICA VS RECOMENDACIÓN

Si bien la industria editorial ha encontrado un nuevo filón publicitario en el espacio personal que el lector amateur —siempre con un importante número de seguidores— tiene en la red, el incremento de la crítica literaria en los blogs ha despertado no poco malestar en los últimos años. Los medios tradicionales y los profesionales que hasta la fecha venían haciendo evaluaciones técnicas de las obras lanzadas al mercado, se quejan de un intrusismo con enorme capacidad de influencia, tanto que ya no puede ser considerado una simple moda pasajera.

Pero en honor a la verdad, ¿de qué estamos hablando exactamente? La mayor parte de los blogs no hacen crítica literaria, no evalúan desde un punto de vista técnico y estético las páginas que sus autores han leído, no recurren a referentes previos ni a los temas que hayan podido calar en la mente del escritor, no analizan en profundidad la estructura ni la metodología empleada, ni buscan, en definitiva formar a un lector de calidad. Su papel está más orientado hacia la recomendación, hacia la prescripción de una obra que puede resultar interesante a un buen número de lectores afines, hacia la exposición pública de una opinión reflexiva, y ¿por qué no? a dar a conocer nuevas firmas que escriben en editoriales pequeñas, o que directamente recurren a la autoedición.

En este sentido, Cristina Rivero, desde Bajo la piel de un lector, lo tiene claro: «Hay gente a la que no les gustamos. Es verdad que cualquier persona puede hacer ahora mismo una reseña y publicarla, otra cosa es la calidad. Entiendo la molestia, pero al mismo tiempo creo que es somos plataformas que ayudamos y damos visibilidad a los autores menos conocidos». Autores que por cierto, no dudan en ponerse en contacto con el suyo y con otros blogs, conscientes de la repercusión que pueden tener unas palabras favorables.

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El debate sobre la conveniencia de una crítica profesional frente a la recomendación de un aficionado no es algo nuevo, y ya fue planteado en un interesante artículo publicado en 2012 en el británico The Guardian, donde Sir Peter Stothard, entonces editor del Times Literary Supplement, atacaba la labor del bloguero literario alegando que iba «en detrimento de la literatura».

A nivel local, Héctor Escobar es de la misma opinión. El librero y editor leonés, lamentaba en una entrevista para Leotopía que «cualquiera sin demasiada experiencia en la lectura, pero con capacidad de influencia, puede recomendar un libro». Para él, el papel del librero-prescriptor «es fundamental, debería ser especial y esencial en una sociedad culta», lo que nos conduce de nuevo al versus entre profesionales y aficionados, y nos devuelve a la casilla de salida.

 

BAJO LA PIEL DE UN LECTOR: LAS REDES SOCIALES Y ALGO MÁS

Nos gusten o no, participemos de sus bondades o suframos su imparable intromisión en la privacidad del individuo, las redes sociales son una realidad hoy, trazan puentes virtuales alrededor del planeta y parece que han llegado a nuestra sociedad para quedarse. Como si fueran el resultado de una enorme burbuja creativa y empresarial, en la última década han brotado de un modo desmedido, identificando poco a poco a su público objetivo y especializándose en temáticas concretas. Del mismo modo las leyes del mercado han servido como filtro, permitiendo que sólo las más potentes, las que más facilidades y posibilidades de interacción conceden al usuario, sigan vigentes.

Cristina confiesa que promociona lo que se publica en Bajo la piel de un lector casi exclusivamente a través de Instagram, una red social especializada en fotografía donde ella ha encontrado una manera de resultar visible. «Creo composiciones relacionadas con el libro que acabo de leer. Me apetecía hacer algo así, una especie de bodegón que me parece muy original, muy bonito y muy llamativo. Hay lecturas que dan más juego, otras menos, y ahí también está la dificultad».

 

Entre las redes especializadas en literatura destaca por encima de todo Goodreads, un espacio para la opinión y la catalogación de lecturas, que poco a poco se ha convertido en una inmensa base de datos que conecta a lectores de todo el mundo.

El sector literario, al menos en lo referente a los asuntos de la promoción,  trata de adaptarse a una realidad cotidiana que demanda inmediatez, imagen y sonido. De ahí que cobre fuerza del concepto del booktuber, el creador de contenidos para YouTube especializado en el mundo del libro. Cristina recomienda algunos canales como el de Magrat Ajostiernos o el de Hache C., donde puede encontrar a «gente que ha empezado desde abajo y consiguen crear vídeos de gran calidad. Me gustan porque recomiendan muchos clásicos, demuestran conocimiento literario y tienen opiniones sinceras».

Por el barrio de Youtube pasan también los booktrailers, adaptaciones —cargadas de humildad y buenas intenciones—, del tradicional tráiler o avance de un estreno cinematográfico. Eso sí, debidamente orientadas al lanzamiento de un nuevo libro. «Puede ser una opción interesante a la hora de dar a conocer una historia, es algo espontáneo, visual, puede llamar la atención…».

El cambio, la adaptación, el movimiento permanente a veces sin sentido claro, son maneras de buscar nuevas fórmulas en el sector. En el enésimo intento de paliar las malas cifras de lectores y ventas, desde el gremio del libro surgen otras plataformas de consumo, se observa con recelo el libro digital que no acaba de ser una solución efectiva, y permanece en la recámara la idea del audiolibro, un formato interesante que no es capaz de arraigar en nuestro país. Autores como José María Merino lo defienden al estilo americano, con una única voz a modo de narrador, y otros como Óscar M. Prieto no lo tienen nada claro.

A partir de ahora solo queda esperar, ver hacia dónde evolucionan las cosas. También en el sector de los blogs. Cristina se muestra incapaz de aventurar el futuro, aunque reconoce que la imagen es un producto de consumo muy atractivo en internet. Por el momento ella continuará pasando páginas y escribiendo recomendaciones Bajo la piel de un lector, manteniendo la misma esperanza que albergamos todos los amantes de los libros: que no se olvide el valor de la palabra escrita.

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